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Foto del escritorManuel Gomez

Entendiendo la carga de entrenamiento: "más no es mejor, mejor es mejor".

Actualizado: 22 may

La optimización del rendimiento deportivo se centra en prescribir una carga de entrenamiento adecuada y en garantizar la recuperación óptima para lograr adaptaciones significativas que mejoren el rendimiento. El concepto de homeostasis y adaptación subraya que los organismos buscan mantener un equilibrio, alterado por estímulos de estrés como la actividad física, provocando adaptaciones relevantes (García Manso, 1999a; Borresen & Lambert, 2008). Es crucial que los estímulos de entrenamiento desencadenen adaptaciones específicas en los sistemas fisiológicos para optimizar el rendimiento, según lo destacado por investigadores como Borresen & Lambert (2008) y González Badillo y Ribas Serna (2002).


Carga de Entrenamiento

La carga de entrenamiento se define como el estímulo que enfrenta el atleta durante el entrenamiento, incluyendo aspectos como volumen, intensidad y frecuencia. Esta carga se divide en interna y externa, donde la carga externa refiere a la actividad realizada, y la carga interna abarca la respuesta fisiológica y la percepción del esfuerzo (González Badillo y Ribas Serna, 2002). La medición precisa de la carga es fundamental para relacionar correctamente los estímulos con las adaptaciones fisiológicas y de rendimiento (Mujika, 2006).


Carga Externa

La medición de la carga externa en deportes de equipo se ha convertido en una herramienta esencial para los preparadores físicos y científicos del deporte. El uso de tecnologías avanzadas como el GPS permite una evaluación precisa de variables críticas como la velocidad, la distancia recorrida y la actividad física general de los atletas durante los entrenamientos y competiciones (Bourdon et al., 2017; Coutts & Duffield, 2010). Estos datos son fundamentales para diseñar programas de entrenamiento que maximicen el rendimiento y minimicen el riesgo de lesiones.


La carga externa, que se refiere a la cantidad cuantitativa de trabajo realizado por un atleta, impacta directamente en la carga interna, la cual representa la respuesta biológica y psicológica del atleta al ejercicio. Sin embargo, la relación entre estas dos cargas no es directa ni lineal. Aunque la carga externa puede ser un buen indicador de la intensidad y el volumen del entrenamiento, la carga interna puede variar significativamente entre individuos debido a diferencias en la condición física, la recuperación, el estrés psicológico, y otros factores individuales que afectan la manera en que cada atleta responde al mismo estímulo de entrenamiento (Impellizzeri et al., 2005).


Este entendimiento subraya la importancia de monitorear no solo la cantidad de trabajo realizado sino también cómo cada atleta responde individualmente a ese trabajo. La personalización del entrenamiento basada en mediciones precisas de la carga externa e interna puede ayudar a optimizar las adaptaciones al entrenamiento, asegurando que cada atleta trabaje dentro de sus límites óptimos para evitar el sobreentrenamiento y promover un desarrollo continuo y sostenible.


Los dispositivos GPS presentan limitaciones significativas para medir la carga externa en deportes que requieren movimientos rápidos y complejos. Su eficacia disminuye en interiores o en áreas donde la señal GPS es débil o inexistente, lo que complica su uso en instalaciones deportivas cubiertas. Además, los GPS no capturan con precisión las aceleraciones rápidas ni los cambios bruscos de dirección, aspectos cruciales en deportes como el fútbol o el rugby (Impellizzeri et al., 2005). A altas velocidades, la precisión de estos dispositivos también puede ser comprometida, lo que afecta la fiabilidad de los datos recogidos para la evaluación del entrenamiento y la competición. La medición de la carga externa enfrenta limitaciones debido a la variabilidad de ejercicios y la falta de estandarización en movimientos. Los dispositivos como GPS son menos efectivos con movimientos estacionarios, lo que complica la captura precisa de datos.


Por estas razones, los entrenadores deben controlar meticulosamente la carga externa mediante el registro de diversas variables como kilómetros recorridos, número de repeticiones, series, porcentaje del máximo repetitivo (RM), y kilogramos levantados. Sin embargo, es igualmente importante registrar la carga interna, que refleja la respuesta individual del atleta al entrenamiento. Esto incluye la medición de la frecuencia cardíaca, la tasa de esfuerzo percibido (RPE), y otros biomarcadores fisiológicos.

Al monitorear ambas cargas, los entrenadores pueden ajustar los programas de entrenamiento para optimizar el rendimiento y prevenir lesiones, asegurando un enfoque holístico y personalizado hacia la preparación atlética.

Carga Interna

La evaluación de la carga interna es fundamental para comprender cómo un atleta responde a los estímulos del entrenamiento. Métodos como la medición de la frecuencia cardíaca y la tasa de esfuerzo percibido (RPE) son ampliamente utilizados para cuantificar este tipo de carga, proporcionando una evaluación directa del estrés fisiológico y psicológico impuesto al atleta durante las sesiones de entrenamiento (Abrantes et al., 2012).


Además, el cálculo de la carga interna puede realizarse con la "session RPE" multiplicando el RPE por la duración del entrenamiento, lo que resulta en un valor expresado en unidades arbitrarias. Este método permite una cuantificación práctica y eficaz que facilita el ajuste de las cargas de entrenamiento para promover adaptaciones óptimas sin caer en el sobreentrenamiento (Gabbett, 2016).


El monitoreo de la carga interna a través de la frecuencia cardíaca incluye métodos como la media y máxima FC, el análisis del tiempo en zonas de frecuencia cardíaca y la frecuencia cardíaca de reserva. También se utiliza TRIMP, que combina duración e intensidad, y la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV), que evalúa la recuperación y el estrés fisiológico. Estos métodos permiten ajustar el entrenamiento para optimizar la recuperación y el rendimiento, evitando el sobreentrenamiento.


La medición de la carga interna, aunque esencial para la optimización del entrenamiento, no está exenta de limitaciones. La percepción subjetiva del esfuerzo puede ser influida por factores emocionales y psicológicos, lo que puede distorsionar los datos. Además, medidas como la frecuencia cardíaca pueden verse afectadas por variables externas como el clima y la salud general del atleta, lo que puede complicar la interpretación precisa de la carga interna. Las diferencias individuales en la respuesta fisiológica también significan que lo que funciona para un atleta puede no ser aplicable a otro, haciendo necesario el ajuste personalizado basado en un seguimiento continuo y detallado.

Estas limitaciones requieren que los entrenadores y científicos del deporte sean cautelosos y consideren un enfoque holístico y multidimensional para el monitoreo de la carga interna.

Carga de entrenamiento, rendimiento e incidencia de lesión

La relación entre la carga de entrenamiento y el rendimiento deportivo se conceptualiza a través de una curva en forma de U invertida, propuesta por Busso (2003), que enfatiza la importancia de encontrar un equilibrio óptimo de entrenamiento.


Este punto óptimo, suficiente para estimular mejoras pero no tan alto que cause sobrecarga, es esencial para evitar el sobreentrenamiento y las lesiones, subrayando la necesidad de precisión en la monitorización y ajuste de las cargas de entrenamiento. Owen et al. (2015) y Gabbett (2016) coinciden en que el mantenimiento de este equilibrio es crucial para optimizar el rendimiento y prevenir el deterioro físico. Come hemos mencionado los entrenadores deben utilizar tecnologías avanzadas como seguimiento GPS y la evaluación de la tasa de esfuerzo percibido (RPE) para monitorizar la carga interna y externa, asegurando que los atletas entrenen dentro de sus límites individuales.


La carga de entrenamiento y su relación con la incidencia de lesiones es crucial para el manejo eficaz del entrenamiento deportivo. Gestionar adecuadamente la carga de entrenamiento puede minimizar el riesgo de lesiones y optimizar el rendimiento. Una carga insuficiente no prepara al cuerpo adecuadamente para las exigencias de la competencia, incrementando el riesgo de lesiones por no estar adecuadamente acondicionado. Por otro lado, una carga excesiva puede llevar al sobreentrenamiento, caracterizado por fatiga crónica y una mayor susceptibilidad a lesiones por uso excesivo, como tendinopatías y fracturas por estrés.


El equilibrio es fundamental; los entrenadores deben esforzarse por implementar un programa que progresivamente aumente la carga de entrenamiento, permitiendo la adaptación física sin exceder los límites de recuperación del atleta. Utilizando métodos de monitoreo los entrenadores pueden ajustar las cargas para maximizar los beneficios y reducir los riesgos.


Conclusión

El proceso de monitoreo de la carga de entrenamiento en deportistas proporciona datos valiosos que deben interpretarse con cautela y no como verdades absolutas.
Las mediciones obtenidas, ya sean de frecuencia cardíaca, tasa de esfuerzo percibido (RPE), o datos de GPS, tienen limitaciones inherentes y pueden estar influenciadas por factores externos como el estrés, la nutrición y el sueño.
Por ello, es crucial adoptar un enfoque integral que considere múltiples aspectos de la carga física y psicológica del atleta.
Una interpretación adecuada de estos datos requiere un análisis holístico que incluya tanto medidas cuantitativas como cualitativas.
Los entrenadores deben combinar la tecnología de monitoreo con observaciones directas y feedback del atleta para obtener una visión completa del impacto del entrenamiento.
Esto permite ajustes precisos en los programas de entrenamiento y ayuda a optimizar tanto el rendimiento como la prevención de lesiones, asegurando que los atletas se mantengan en su mejor forma y seguros de sobrecargas no deseadas.
Los programas de entrenamiento deben garantizar que los atletas se mantengan en su estado óptimo de rendimiento y salud.
COACH MANU

REFERENCIAS

  1. Coutts, A. J. (2001). The role of physical training in optimizing performance. Journal of Physical Education.

  2. García Manso, J. M. (1999a). Adaptation in Sport Training. Atención Primaria.

  3. Borresen, J., & Lambert, M. I. (2008). The quantification of training load, the training response and the effect on performance. Sports Medicine.

  4. González-Badillo, J. J., & Ribas Serna, J. (2002). Bases of strength training: programming for optimizing sports performance. Journal of Strength Training.

  5. Mujika, I. (2006). Intensity and volume of training: Key factors in performance improvements. Journal of Sports Science.

  6. Bourdon, P. C., et al. (2017). Monitoring Athlete Training Loads: Consensus Statement. International Journal of Sports Physiology and Performance.

  7. Coutts, A. J., & Duffield, R. (2010). Validating GPS for monitoring individualized training responses in team sports. International Journal of Sports Physiology and Performance.

  8. Impellizzeri, F. M., et al. (2005). Use of RPE-based training load in soccer. Medicine & Science in Sports & Exercise.

  9. Abrantes, C. et al. (2012). Heart rate monitoring in soccer: Interest and limits during competitive match play and training, practical application. Journal of Strength and Conditioning Research.

  10. Gabbett, T. (2016). The training—injury prevention paradox: should athletes be training smarter and harder? British Journal of Sports Medicine.

  11. Owen, A. L., et al. (2015). Monitoring of workload in elite English soccer: A case study. Journal of Sports Sciences.

  12. Busso, T. (2003). Variable dose-response relationship between exercise training and performance. Medicine & Science in Sports & Exercise.



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