En el mundo del entrenamiento deportivo, uno de los errores más comunes es la creencia de que para mejorar el rendimiento, los entrenamientos deben replicar de forma exacta los movimientos que se realizan en el campo, la cancha o la pista. Este concepto de "especificidad deportiva" ha sido ampliamente aceptado por muchos entrenadores, pero esta obsesión con la imitación directa de los movimientos deportivos está frenando el verdadero potencial de los atletas.
A este error se suma el uso desmedido del entrenamiento en superficies inestables, bajo la falsa premisa de que mejorar la estabilidad y el equilibrio en situaciones de inestabilidad mejora el rendimiento. Aunque estas técnicas tienen un lugar limitado en la rehabilitación y la activación muscular, basar un programa de fuerza y acondicionamiento en este tipo de entrenamiento no solo es ineficaz, sino que puede perjudicar el rendimiento y generar atletas más débiles.
La falsa promesa de la especificidad
Imagina a un jugador de fútbol que pasa la mayor parte de su tiempo en el gimnasio realizando ejercicios que imitan sus movimientos en el campo: chutar, hacer pases o saltar. A primera vista, parece lógico pensar que para mejorar en algo, lo mejor es practicarlo constantemente. Sin embargo, este enfoque está mal dirigido.
Estos movimientos específicos ya se practican y perfeccionan durante los entrenamientos y partidos. Entonces, ¿por qué dedicar tiempo en el gimnasio a replicarlos? ¿Y luego nos preguntamos por qué se lesionan los jugadores? No es solo por el calendario saturado, es por una preparación física mal planteada. Los atletas no necesitan más de lo mismo; lo que realmente necesitan es desarrollar las capacidades físicas que les permitan ejecutar esos movimientos con mayor potencia, fuerza y eficiencia. Y este es el aspecto que muchos entrenadores pasan por alto.
Cuando los jugadores no entrenan las capacidades necesarias para soportar las demandas de su deporte, se vuelven más propensos a lesiones. Es fundamental que los entrenamientos se centren en fortalecer las habilidades básicas como la fuerza, la explosividad y la resistencia, cualidades que no se mejoran replicando movimientos específicos del deporte una y otra vez.
El mito del entrenamiento inestable
Otro error común en la preparación física es la creencia de que entrenar en superficies inestables mejora la estabilidad y la transferencia a los deportes. Si bien el uso de superficies inestables tiene su lugar en rehabilitación y en la activación de músculos estabilizadores, su uso excesivo como método de entrenamiento principal es contraproducente.
Cuando incrementamos la inestabilidad, reducimos la velocidad del movimiento y la capacidad de generar fuerza, lo que hace que los ejercicios se vuelvan menos específicos y más parecidos a acrobacias circenses sin ninguna transferencia al rendimiento deportivo. Esto no solo no ayuda al atleta, sino que lo debilita, haciéndolo menos capaz de soportar las exigencias de su deporte. El entrenamiento de fuerza debe realizarse en superficies estables que permitan aplicar fuerza con la máxima eficiencia, generando adaptaciones que realmente mejoren el rendimiento.
La "sobre-especialización" no desarrolla la fuerza especializada
El objetivo del entrenamiento no debe ser imitar los movimientos deportivos, sino desarrollar las cualidades físicas necesarias para mejorar el rendimiento en esos movimientos. Fuerza, explosividad y velocidad son los pilares que permiten a los atletas destacar en sus deportes.
Por ejemplo:
En fútbol, la fuerza explosiva es esencial para arrancar rápidamente, superar oponentes y cambiar de dirección.
En baloncesto, la capacidad de generar fuerza vertical es clave para saltar más alto y bloquear tiros.
En atletismo, la velocidad y la potencia en sprints son determinantes para el éxito en carreras cortas y medianas.
Estos atributos físicos no se desarrollan imitando los movimientos del deporte en el gimnasio. Ejercicios como las sentadillas, levantamientos olímpicos y saltos pliométricos son mucho más efectivos para mejorar la fuerza y la potencia, ya que entrenan los sistemas musculares y neuromusculares de manera más amplia y eficiente.
Surfeando la curva fuerza-velocidad
Un principio clave en la preparación física es la curva fuerza-velocidad, que describe la relación inversa entre la fuerza y la velocidad. Cuanto más pesada es la carga, más lenta es la ejecución del movimiento, y viceversa. El objetivo del entrenamiento es desplazar esta curva hacia la derecha, lo que significa que los atletas deben ser capaces de mover cargas más pesadas a mayores velocidades.
Existen tres métodos principales para entrenar a lo largo de esta curva:
Max effort method (método de esfuerzo máximo): Aquí, los atletas trabajan con cargas máximas para desarrollar fuerza absoluta. Levantar el mayor peso posible mejora la capacidad de generar fuerza bruta.
Dynamic effort method (método de esfuerzo dinámico): En este método, se utilizan cargas ligeras, medias o incluso pesadas con el objetivo de mover la barra a la máxima velocidad. Dependiendo de la carga, se pueden realizar ejercicios como pliometría, levantamientos olímpicos o movimientos de powerlifting. Este enfoque mejora la capacidad del atleta para generar fuerza rápidamente.
Repetition effort method (método de esfuerzo repetido): Este método utiliza varias repeticiones con cargas moderadas para desarrollar la resistencia muscular y la hipertrofia. Ejercicios como kettlebells, mancuernas y trabajo con el propio peso son ideales para este tipo de entrenamiento. Esto ayuda a aumentar la capacidad de trabajo general del atleta.
Entrenar a lo largo de toda la curva fuerza-velocidad permite desarrollar atletas completos, capaces de generar tanto fuerza como velocidad en todas las situaciones posibles, lo que resulta en un rendimiento superior.
CONCLUSIONES
La insistencia en la especificidad deportiva y el entrenamiento inestable está limitando el desarrollo de los atletas.
Los entrenadores deben entender que el verdadero progreso viene de entrenar las capacidades físicas básicas: fuerza, velocidad y resistencia, no de replicar movimientos deportivos o entrenar en superficies inestables.
Un enfoque basado en la curva fuerza-velocidad crea atletas más fuertes, explosivos y resistentes, capaces de transferir esas mejoras al rendimiento específico de su deporte.
La especificidad tiene su lugar en los entrenamientos tácticos y técnicos, pero el desarrollo físico debe ser mucho más amplio para maximizar el rendimiento y reducir el riesgo de lesiones.
Es hora de romper con el mito de la especificidad deportiva y centrarse en lo que realmente importa: desarrollar las cualidades físicas que harán que los atletas sobresalgan en su deporte, no solo repetir los movimientos una y otra vez.
Con un entrenamiento adecuado, los atletas no solo mejorarán su rendimiento, sino que estarán mejor preparados para soportar las demandas de la competición.
COACH MANU
Commentaires